Por un lado se nos invita a salir, a ir por los caminos del mundo para llevar el evangelio, para acercarnos a la humanidad herida necesitada de misericordia y compasión. Por otra parte se nos invita a entrar por la puerta que es Cristo, simbolizada en la puertas de las catedrales u otras puertas. Salir de nosotros mismos y entrar en Cristo, el Señor. Todo una propuesta de dinamismo espiritual.
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