Es el aire enrarecido que,desgraciadamente, muchas veces respiramos y con el que nos vamos contaminando y degradando. Una rueda que va engullendo por donde pasa y suele girar allí donde cada uno va a lo suyo, tu y yo también amable y desconocido lector. Donde falta claridad y comunicación, el enemigo se ceba y se reconforta. Las posturas de distanciamiento, de rostro triste y circunspecto, que nos dan, aparentemente, un aire de importancia, son las que hacen entrar en juego al maligno. Es el reino de la apariencia del bien, donde no se sabe bien el por qué ni el para qué.
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