Lo que se refiere a Dios tiene que ver con lo cotidiano, con la normalidad. Lo vulgar no es despreciable sino que es lo ordinario de nuestra existencia y en ello está Dios. Su presencia, no obstante, transforma lo de siempre en lo inesperado. Porque El actúa y hace posible la maravilla. Cuando puede parecer que no hay salida, El abre sus puertas de par en par y se manifiesta de tal forma que hace posible lo imposible.
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