Bendito sea el Señor, Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo. La clave no es el ensalzamiento nacionalista. Es el reconocimiento de la existencia de Dios por parte de Israel, reconocimiento de su ternura incesante. Glorificar a Dios es reconocer su presencia en medio de los suyos, sin excluir a ningún pueblo o etnia. Es el Dios de todos, de tu vida, que quiere acompañarte en tu peregrinación diaria y sacar de ti toda esclavitud para que vivas en la libertad que proviene de El mismo.
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