Y que ya casi nadie se entera ni se percata que tus ojos han sido surcados por lágrimas silenciosas y verdaderas. Esos ojos humedecidos por incomprensiones revelan secretos de vida, plenitud desbordada, y nunca serán en vano. Brillará para ti en proporción aumentada el gozo del cada día, la amplitud del horizonte que solo Dios puede conceder con su consuelo sorprendente e inesperado.
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