Así lo he sentido incontables veces pero quizá está madrugada he caído en la cuenta que hay gestos maternales que son tan significativos que prueban la existencia de Dios. He leído en un períodico de tirada nacional (así se decía antes) que un señor decía que el hecho que las moscas volasen y el hombre no, probaba la inexistencia de Dios. Tremenda prueba y cuántos bemoles hay que tener para decirlo e imagino que nadie lo situe al nivel del argumento ontológico de San Anselmo. Pero a lo que iba, cuando en la madrugada sabes de la presencia de tu madre que te habla y te arropa con sus manos que son las más bellas de la tierra, marcadas por el trabajo desde su niñez, no puedes menos que reconocer a Dios que es, existe, y te deja huellas de su presencia que solo uno sabe que es inmerecida. Hay experiencias que son de un calado tal que las palabras no alcanzan a expresar ni de lejos lo que uno vive. Cómo sería lo de María con Jesús!!!
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