Los envío así, Jesús, a sus apóstoles, no de forma individual y no por cuestiones de minusvaloración de la unicidad sino por eso mismo y por la importancia de lo personal que tiene que ver de lleno con lo humano y lo divino. Por eso lo religioso no es algo prescindible y no evaluable, como parece que se pretende bajo la presión del que hace más ruido y embarulla todo. Es hora de no columpiarse tanto en función de un progresismo trasnochado que no tiene en cuenta el subsuelo de lo humano, forjado por el silencio divino y su amor inefable que supera nuestra limitada percepción.
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