Abriendo, sembrando caminos para la conversión ecológica, un volverse al Dios Creador reconociéndonos criaturas suyas, hermanos de todo lo creado, sobre todo, del que siendo divino se hizo humano para divinizarnos dándonos su Espíritu Santo. En este tiempo de la Creación abrimos el corazón para que Dios lo ensanche y podamos cuidar nuestra casa común de acuerdo al amor ordenado que ha hecho brillar en todos los seres creados. Alabado sea el Dios uno y trino, agradecidos por el don de la vida de la que nos ha responsabilizado como signo de confianza al barro en el que alentó su soplido de amor creativo.
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