Es el abismo de la cruz, donde quieren arrojar a Jesús; A El solo lo arroja el Espíritu y por eso se abre camino ante aquellos sorprendidos nazarenos. De sorprendidos a furiosos y de qué forma. El, sin pestañear, apostilla con el silencio su intento de linchamiento, con la historia de la salvación en su boca y un corazón que se engrandece en lo insólito de la actuación divina en esa historia entretejida de misericordia escandalosa.
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