Así es el resplandor del bien, para aquel que tenga ojos para ver. Un reguero de luz que resplandece en la oscuridad y te muestra el camino para que no tropieces en la noche. Quejarse de la oscuridad es no valorar el destello de Dios en la historia de la humanidad y de cada uno de los hombres y mujeres de este planeta, al que le cuesta tanto evolucionar. Evolucionar desde el propio ombligo a la Trinidad inconmensurable.
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