Esta no es una propuesta antinatural. Es una actitud espiritual. Dios que nunca duerme busca quien no duerma. Agudizar el corazón para captar las marcas de Dios en medio de nosotros, su paso silente pero cierto. Abrir nuestras ventanas y dejar que el aire fresco del Espíritu renueve los espacios más oscuros y recónditos. Todo para que El sea, en verdad, el Dios vivo que venga a visitar nuestra viña, la cepa que El plantó.
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