Uno que no es un buen orador ni comunicador, que es consciente que necesita aprender mucho y se admira de la capacidad de comunicación de otros, de su facilidad para transmitir conocimientos o sentimientos sin necesidad de circunloquios como uno los precisa porque es mucho lo que necesita expresar y se ve pobre para transmitir tanto y se da cuenta que los afluentes y ríos de su vida son caudalosos y que su navegación se hace difícil y bella. Según todo esto, quiero hacer hincapié en la importancia del saber decir para animar al desalentado, para aminorar al espabilado, para expresar aquello que fortalece al débil, para aunar sin dejar a nadie atrás, para que el mundo de la política, de la economía, de la cultura, sea constructivo aunque suene a irenismo. Pero hace falta que el lenguaje se emplee para desvelarse , para que las personas estén por encima de los personajes y seamos capaces de explicar y decir lo que consideramos como ineludible sin desechar ni descartar a nadie del país de la vida.
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