es un adentrarse en lo sencillo y cotidiano, valorar aquello que nos identifica a todos más allá de credos, religiones, pensamientos, tendencias, militancias. El despertar y el dormir, el reír y el llorar, la amabilidad y el enfado, el caminar, el comer y beber, el perdón y la paz, el respeto a la vida y al morir, el respirar, el silencio, el trabajo, el afán de vivir, el cultivar, la comunicación. El corazón. Vivir es plenitud. Vivir con mayor plenitud requiere de cada uno la capacidad de reconocerse pobre y estar contento ante tan gran descubrimiento.
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