y nos puede pasar desapercibido. Y es tan simple y grande, tan hermoso, al alcance de nuestros ojos; sin embargo, nosotros embebidos en mareos dormimos la madrugada sin saborear el paso de la sombra al día, la aurora; y a la espera que se hiciera de noche, muy de noche, no disfrutamos del crepúsculo, de ese trasiego de la luz a lo oscuro que invita al silencio y nos atiborrarnos de ruidos y sinsabores. Es hora de recuperar el día, la noche, la vida, lo más sencillo y bello que se ofrece a todos sin tener en cuenta si somos justos o injustos.
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