El bautismo de Espíritu Santo y fuego con el que Juan identifica el de Jesús, nos pone en la pista de la novedad y superioridad del ministerio de Jesús de Nazaret sobre el de Juan el Bautista. No se trata de una cuestión de quien es más importante sino de poner de manifiesto que lo definitivo, en cuanto a la salvación, pasa por la persona y ministerio de Jesucristo. Esta salvación divina que se hace presente en Jesús, sin menospreciar a nadie, nos indica que cualquier tipo de salvación encuentra su plenitud en la persona de Jesucristo, Hijo de Dios.
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