Ella no es la incordiante ni la métese en todo sino la mujer atenta que discretamente avisa a su Hijo Jesús, de aquello que rompe la alegría y la música festiva de la humanidad. Es la intercesora en favor de los que se pueden ver desbordados por imprevistos y no van a tener medios para solucionar la situación. Ella ocupa ese segundo plano, tan interesante y en el cual es tan difícil estar, y de la cual también aprende Jesús.
¡Mujer de la hora adelantada, cómplice de Jesús, danos esa familiaridad con tu Hijo para saber tratarlo y respetarlo!
¡Mujer de la hora adelantada, cómplice de Jesús, danos esa familiaridad con tu Hijo para saber tratarlo y respetarlo!
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