Con la luz del principio, del Dios Creador, Jesús responde a la pregunta sobre el matrimonio, la unión del hombre y la mujer. Desde el Dios Uno solo cabe la unidad, el amor. Por eso la respuesta de Jesús es contundente: serán una sola carne. Nadie en su sano juicio se arranca su propia carne. Sin embargo la experiencia nos muestra una realidad donde la división, la ruptura hace mucho ruido. ¿Bendeciremos la división? No. ¿Cerraremos los ojos y soñaremos un mundo que no existe? No. ¿Seguiremos la autoridad,no pequeña, de Moisés y haremos circular el acta de repudio por doquier? Pienso que tampoco sería la solución. Fomentaría la división. Estamos en un laberinto del cual es difícil de salir. Pero tenemos que mantener los principios y el Principio que es Dios. Con las rupturas nos queda la misericordia que no es rebaja sino tomarse en serio a Dios y a los hombres.
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