Es posible que sea este el principal y más difícil desplazamiento. Ese movimiento de no dejarse atrapar y encerrar en los esquemas propios que nos hacen predecibles y autómatas. Por eso para salir de uno mismo, de nuestras reacciones naturales, de las venganzas mitigadas, nos es imprescindible la voz de Dios invitándonos a dejar lo antiguo y ponernos en marcha a otra tierra que El nos irá mostrando.
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