Frente al me resbala y no me afecta, está la postura receptiva del escuchar y acoger en el corazón la semilla de la Palabra de Dios. Esta es la que nos dignifica a nosotros porque es el mismo Dios quien quiere y desea ser uno con nosotros. Así se cumplió en Cristo Jesús, la Palabra viva de Dios, encarnándose en las purísimas entrañas de María, Virgen y Madre. Ella acogió la Palabra en su corazón y en su cuerpo y dio la Vida al mundo.
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