El papa santo Juan Pablo II ya lo había proclamado a los cuatro vientos: Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba. Corría el año 1998. Una siembra evangélica llena de futuro que el santo Padre Benedicto XVI prolongó en su viaje pastoral a la isla caribeña. Como bien se supone el Papa Francisco también está jugando un papel de gran importancia. Se trata que el pueblo cubano pueda encontrar los caminos revolucionarios de la libertad y del derecho a disentir y a construir patria desde puntos de vista distintos. Ahora en la cumbre de las Américas se escenifica algo que es preciso que se note en la vida del digno pueblo cubano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario