Alegraos porque vuestros nombres están inscriptos en el libro de la vida. Lo decía Jesús a sus discípulos corrigiendo su gozo. Alegraos por estar en la dinámica de la bendición; por haber salido del laberinto de la maldición. Vivir es la gran tarea cotidiana. Vivir es respirar el don de Dios, su Espíritu. Vivir es abrir los ojos y tener una mirada limpia. Vivir es oír los pasos de Dios, sus latidos luminosos que nos reconcilian con nosotros mismos y con los demás. Vivir es agradecer, perdonar, reconocerse pequeño y sobrepasado por tanto saber.
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