Nosotros somos testigos de la resurrección de Jesucristo, del evangelio del Reino. Esto primeramente y primariamente es un don. Porque quien hace posible nuestro testimonio es la presencia del Espíritu Santo. Desde ahí nosotros tenemos la fuerza para anunciar esa luz. No deslumbremos a nadie. Seamos aurora del nuevo día.
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