A ella le encanta reunir, estar con las personas. No se aísla ni margina a nadie. Le gusta hacer partícipes a los demás de sus alegrías, de la alegría que le embarga y plenifica: Dios vivo y cercano. Y eso le hace ser atenta a las preocupaciones de los demás, de sus vecinos. Su atención no es curiosidad malsana. Es discreta pero conoce cada rostro y no le pasan desapercibidas las lágrimas secretas. Y de sus labios salen palabras que pacifican y sosiegan los corazones.
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