El camino de la vida es angosto, estrecho, pequeño. Son pocos los que transitan por el. Y sin embargo, en principio, nadie se osa declarar que su camino es de perdición o de muerte. Todos buscamos la vida y queremos vivir y ser felices. Pero esa vida llena de felicidad pasa por la angostura. La de la cruda realidad de nuestra debilidad. Una clave está en aceptar nuestra limitación, nuestro ser criaturas con gozo y paz. Esta puede ser una estrechez necesaria para la plenitud.
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