Ella está despojada de si misma y sin embargo mantiene su propia personalidad, su libertad, su capacidad de decisión y crítica de la injusticia. Su poder es Dios. Su confianza en Dios se traduce en humildad. Ella se pone en la mirada de Dios y esa mirada sostiene todo su ser. María muestra su poder intercediendo por los que nada pueden sin contar con Dios.
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