Cuántas multitudes
y que finura la tuya,
Señor,
tan sensible y despreocupado.
Vas envuelto en gente
y notas que te tocan el manto
que al vuelo enjuga el dolor
de tanto tiempo.
Quitas lloros
y te callas ante las risas,
ruidos que entorpecen
ese tomar de la mano tan tuyo
y que siempre nos sorprende.
No hay comentarios:
Publicar un comentario