En los evangelios, sobre todo en los sinópticos, nos encontramos con la expresión Reino de Dios o de los Cielos. Sería ridículo rechazarla porque uno políticamente apuesta por formas de gobierno no monárquicas porque lo que se manifesta es la presencia de Dios en nuestro mundo y de nuestra acogida. Este reino no se impone sino que uno entra en él porque descubre que en el está la verdadera alegría y felicidad. Ser ciudadanos del Reino es luchar por el bien, la justicia, la verdad, la vida.
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