María no es endeble. Y los suyos tampoco. Ella es fuerte. Resiste junto a la cruz. Se mantiene firme en el escándalo de la cruz; en esa crucial batalla que se libra entre la omnipotencia divina, hecha extrema debilidad, y las fuerzas contrarias a la luz. María está en la compasión, se alinea en esa bandera del capitán nazareno, Y posicionada ahí, es inamovible. Solo desea el bien de cada uno.
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