Proviene del Espíritu Santo, es signo de su presencia. Es verdadera, interior pero se palpa. Es santa, es decir, no es fruto producido por sustancias o elementos afrodisíacos sino de Dios que es diferente de nosotros y por eso nos hizo a su imagen y semejanza. Es santa en cuanto que nos hace bondadosos y hace bien a los demás. Transfigura el dolor humano al acercarlo a Dios mismo.
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