Es una manera de ponerse al servicio de alguien. En otras épocas se usaba con más frecuencia y hoy puede parecer ridícula. Nos sitúa en un tipo de relación no aceptable porque decimos, y decimos bien, que no tenemos que doblegarnos ante nadie pues somos todos dignos y respetables. Desgraciadamente en nuestra mundo hay muchas esclavitudes, la trata de personas por ejemplo. Cuando los pies ante los que nos postramos son los de Jesús, nos colocamos en el regazo de la libertad y de la bondad y por lo tanto en el privilegio de su cercanía a la que todos podemos acceder.
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