Por ahí pasa el verdadero crecimiento humano y cristiano. Es la senda callada en donde uno camina seguro porque Dios se hace presente de una manera incontestable aunque oculta. Es la sabiduría que conforma el cuerpo, nuestro cuerpo bendito que Dios ha creado con amor, y la interioridad humana, su alma y espíritu que nos abren a todo don invisible pero real. Espiritualidad es la casa donde Dios y el hombre comparten la mesa y rompen las diferencias e injusticias que corroen a la humanidad.
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