La invitación de Jesús a ir detrás de Él en radicalidad, despojándose de lo que parece imprescindible para vivir, se hace desde una mirada previa de amor. No se trata de proponer cosas difíciles provocando el amor propio del llamado. Su mirada de amor es la que verdaderamente hace posible el desprendimiento de bienes porque uno ya posee el tesoro de su mirada en el corazón.
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