El Evangelio, la Buena Noticia, es un derroche de vida, una fragancia de caridad, de justicia que se remonta a Aquel que es justo y atiende a los malolientes religiosos y los marginados sociales. El evangelio no es un poder sino una fragancia de amor que no deja de lado a los que están en situación límite. El evangelio promueve la vida allí donde llega y no la excusa para justificar el status quo.
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