No te asusta el ángel
cuando accede a tu presencia.
El encuentro es habitual
cuando el día caía,
al amanecer,
a veces a la hora de la comida.
Plácida sobremesa
de intercambio de inocencia.
Aquella mañana fue nueva,
palabras entrecruzadas
preguntas, sobresaltos, desconcierto.
Un sí todo lo llena,
un sí con espera,
un sí de sierva,
un sí libre
de una mujer nazarena.
de una mujer nazarena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario