La Navidad y la Pasión van de la mano. Esto no es echar un jarro de agua fría sobre el champán. Es una relación intrínseca, no forzada ni malhumorada. Es la pobreza misma de la humanidad, su indigencia, la que reluce ante nuestros ojos, en el nacimiento de Jesús y en su pasión y muerte. El representa la humanidad despojada de boato. Pero para nosotros esto no es un dato que no añada nada a lo ya sabido por todos. La novedad está en que lo divino queda oculto en nuestra poquedad. En Belén y en el Calvario estamos ante la desnudez de la divinidad.
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