No se trata de saber mucho, compulsivamente, porque tal situación se vuelve empalagosa para la persona que sabe tanto como para el que tiene que tragar tanto humo. No se trata de cantidad sino de calidad, de aquietarse en aquello en que uno encuentra como el surco para su semilla. Nos referimos con todo esto a las comunicaciones espirituales. Estas se tienen que caracterizar por ser sumarias declaraciones. Los grandes y elocuentes discursos cansan y distraen. Nuestras presentaciones de las cosas de Dios aprovechan cuando son sencillas y sugerentes y facilitan que uno pueda sentir y gustar de las cosas internamente.
Lecturas jueves 4 diciembre Isaías 26,1-6/ Mateo 7,21.24-27
Lecturas jueves 4 diciembre Isaías 26,1-6/ Mateo 7,21.24-27
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