Afirmamos la superioridad del Hijo sobre los ángeles. Ello supone reconocer la preponderancia de lo único sobre lo múltiple y diverso. El Hijo es uno y Santo, los ángeles son muchos y no todos buenos. Parecería que si alguien cree en los ángeles, esa persona es espiritual. Hay que decir que no se sigue tal cosa porque bajo esa denominación de lo angélico puede hacerse presente la bondad o la maldad. Hay que discernir bien toda esa profusión y afición porque puede enmascarar una falsa religiosidad. Todo es muy sutil. El Hijo ha tomado nuestra naturaleza humana, se ha hecho inferior a los ángeles y sin embargo nadie está por encima de Él. Está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas. Es el Altísimo porque se ha abajado purificándonos de los pecados.
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