El acercamiento del leproso a Jesús tiene unos efectos dignos de mención. El leproso viene junto a Jesús, se acerca suplicándole curación. La implicación de Jesús es tal que extiende la mano y lo tocó. Este tocar va acompañado de su palabra manifestando su voluntad explicita de sanar al leproso. Su palabra se cumple y hace posible el restablecimiento de aquel que tenía que vivir apartado de los demás. A partir de este milagro, Jesús no puede entrar en ninguna ciudad y tiene que vivir en lugares apartados. Jesús, de alguna manera, se ha transformado en un leproso al que todos acuden para ser curados.
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